Por fin me decido a escribir una nueva entrada. Llevo varios meses de sequía y he de reconocer que éste post no es demasiado brillante, pero quizá necesito plasmar un poco cómo me siento, en este mi blog, que no deja de ser un diario de a bordo de una mamá novata, la cual no siempre lo tiene todo claro. Creo que este parón no ha sido por falta de ideas, muchos días me he visualizado escribiendo una entrada con una idea que ha surgido con algo que he visto en la red, en la tele, o simplemente con algo que me ha comentado alguien, incluso las palabras se han ido materializando en mi mente como si las estuviera plasmando en un documento de Word, pero al final esa idea se ha quedado en mi cabeza y no ha pasado de ahí. Es posible que esté pasando por una etapa diferente; mi hija está creciendo inevitablemente y me pasan cosas a nivel hormonal y emocional que a veces me desbordan. Hay momentos que incluso tengo miedo de no estar haciéndolo bien cómo madre y me enfado conmigo misma y con el mundo.
Ahora mi pequeña tiene 21 meses, empieza a definirse como persona, empieza a mostrar su personalidad y cada día encuentro algo nuevo en ella. Es curioso cómo algunos adultos, desde nuestra perspectiva, tendemos a infravalorar el día a día de nuestros hijos, pero si analizamos detenidamente y nos ponemos en su lugar, quizá nos demos cuenta de lo difícil que tiene que ser para ellos este día a día. Esa frustración que sienten cuando no entendemos lo que quieren o cuando sí lo sabemos pero creemos que es algo peligroso para ellos y no podemos complacerlos, se lo explicas pero aun así ellos siguen llorando porque no entienden que eso que les parece tan divertido y maravilloso no le puede ser concedido. A lo largo de un día son muchas las veces en que le tengo que decir a mi hija que NO, y se lo intento explicar. A veces parece convencida, pero la gran mayoría tengo que obligarla a desechar esa idea pasando a hacer otra actividad para que olvide su enfado y frustración. Unas veces no es muy difícil, pero otras, se me rompe el alma cuando sigue llorando o incluso se tira al suelo porque no consigue lo que quiere. En esos momentos pienso que a lo mejor es mi culpa porque no le presto la atención suficiente y por eso está constantemente inventando algo nuevo que muchas veces es malo o peligroso para ella. La verdad es que nuestros días transcurren entre la felicidad mas absoluta, cuando ella está contenta con lo que está haciendo, y disfrutamos las dos, y el completo caos cuando tenemos que hacer algo que por lo que sea a ella no le apetece. No sé si a otras mamás les pasará como a mi, pero cuando me sucede esto me siento mal y pienso que quizá haya algo que no esté haciendo bien del todo, y además tengo miedo de que le pueda influir a ella en su desarrollo…
Sea como fuere la crianza está siendo una experiencia que a veces no es fácil ni para mi ni para mi pequeña. Creo que hay veces que debiera de dejar de mirar el mundo con ojos de adulta y mirar las cosas como las mira ella, con curiosidad e inocencia…, quizá esa es la clave de la crianza, y porqué no de la vida misma, a lo mejor nos iría mucho mejor…
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